Cuando se aproxima la celebración del 61º Rallye Isla de Gran Canaria, el más longevo de España, es el momento de realizar un acercamiento histórico, y para ello ponemos la atención en el ecuador de sus ediciones, concretamente la 31ª celebrada en la temporada 1992, uno de los rallies más complicados y extremo de los disputados en el archipiélago.
Fue un rallye extremadamente complicado, desarrollándose en condiciones extremas, con las carreteras grancanarias inundadas de barro, desprendimientos, hojarasca súper deslizante, y a ratos con lluvia y niebla.
En solo dos tramos, Ricardo Avero con el Mitsubishi Galant VR4 ya aventajaba en 20 segundos a José María Ponce y su BMW M3. Mientras, en Grupo N, Carlos Alonso-Lamberti firmaba el tercer tiempo scratch con el Nissan Pulsar GT-R en el TC1 “Moya”, en el tramo siguiente “Caideros”, reacciona Goyo Picar (Ford Sierra RS Cosworth) restándole 4 segundos. Lamentablemente Flavio Alonso debe abandonar cuando se había encaramado al cuarto puesto de la general por rotura en la caja de cambios del Toyota Corolla Turbo 4WD, grupo N.
La especial “Pinos de Gáldar”, pese a que se disputó en una versión corta, fue todo un infierno por las enormes dificultades que presentaba el asfalto y la precaria visibilidad por una densa niebla; circunstancias que aprovecha Lamberti para liderar el Grupo N. José del Pino realizaba dos trompos con el Honda Civic 1.6i-16 y Manuel Santana se salía de la carretera alcanzando a cuatro espectadores, neutralizándose el tramo.
En la segunda pasada por el embarrado tramo de “Moya”, se producen hasta quince salidas más o menos importantes en la “Curva de la Josefa”, siendo más afectados los hermanos Ponce, Lamberti, Del Pino y Federico Marrero que sufren respectivos golpes con los Honda Civic y deben abandonar la competición. Lamberti pierde 25 segundos, por lo que en Grupo N Urriza y Picar quedan en un margen de 4 segundos, hasta que una semisalida del tinerfeño en el nefasto “Pinos de Gáldar” le alejaba 15 segundos de un desmelenado Urriza, que compartió scratch con Avero y Lamberti.
En tracción delantera, los coperos de Honda, Diego Cambreleng y José Ángel Ojeda protagonizaban un intenso y apasionante mano a mano, que iba a concluir en ese mismo orden separados por solo dos segundos.
En la Copa Peugeot, Javier Cruz distanciaba en medio minuto a Alejandro Santiago, su más inmediato seguidor.
En el concurrido Trofeo Toyota Starlet, las primeras posiciones fueron ocupadas por José Manuel Herrera, José Juan García, Tomás González y Carlos Padilla.
Las dantescas condiciones de los tramos seguían provocando incidencias, en “El Zumacal” sufrían sendos golpes José María Ponce y Lamberti, aunque ambos pueden proseguir la marcha y alcanzar la meta final.
Desgraciadamente no corrían la misma suerte dos jóvenes que corrían con un Ford Fiesta, Pedro González-Cristóbal Dámaso, y en la última pasada por “Pinos de Gáldar”, muy precaria en visibilidad y con el asfalto muy deslizante, perdían el control en la zona de “La Cueva” impactando contra un coche estacionado. El piloto Pedro González sufría un severo aplastamiento torácico que determinaba su fallecimiento casi instantáneo, mientras el copiloto recibía apenas unas contusiones y magullamientos.
El luctuoso hecho llenó de tristeza a todo el colectivo, suspendiéndose la ceremonia de llegada y entrega de trofeos, marchándose la inmensa mayoría de participantes, organizadores y federativos a consolar a la joven esposa y familiares de Pedro Juan. Fue el doloroso epílogo de uno de los rallies más problemáticos y accidentados en la historia de nuestro automovilismo.,
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